Job 40

Segundo discurso de Dios

1Yahvé siguió hablando a Job desde el torbellino, y dijo:

2
2 ss. ¡Cuántas veces queremos tener razón contra Dios! Cf. el remedio en Salmo 50, 6 nota.
“Cíñete los lomos como varón;

voy a preguntarte y tú me instruirás.

3¿Quieres tú de veras negar mi justicia,

condenarme a Mí para justificarte a ti mismo?

4¿Tienes tú un brazo como el de Dios,

y puedes tronar con voz

semejante a la suya?

5Adórnate de alteza y majestad,

y revístete de gloria y grandeza.

6
6. Esta es la característica del mismo Dios, como vemos en Lucas 1, 51 ss.
Derrama los torrentes de tu ira;

mira a todo orgulloso y humíllalo.

7Mira a todo soberbio y abátelo,

aplasta a los malvados donde estén.

8Escóndelos a todos en el polvo,

y cubre su rostro con tinieblas.

9
9. He aquí lo que faltó a Job: hacer a Dios ese homenaje de confesar que su sabiduría todo lo hace para nuestro bien, por amor. En Tobías 12, 13 vemos que el justo necesita ser probado, y lo mismo enseña Jesús en Juan 15, 2 (haciendo la admirable excepción del versículo 3). Con todo, Job no prevaricó en la prueba. ¡Dios no perdió la apuesta con Satanás! (véase 2, 3 ss.).
Yo entonces te alabaré,

porque tu diestra podrá salvarte.

10
10 ss. El Eterno Padre patentiza una vez más a Job la pequeñez del hombre, confrontándolo con dos animales gigantescos, el behemot y el leviatán. La crítica ha sostenido la interpolación de este pasaje pero sin demostrarla fundadamente. Por behemot (plural hebreo de bestia) entienden muchos expositores el hipopótamo, animal monstruoso que vive en el Nilo y otros grandes ríos del continente africano, y en egipcio era llamado pehemu, que quiere decir buey de agua. San Jerónimo y otros Santos Padres ven en él un tipo de Satanás o de uno de los demonios.
Mira a Behemot,

creado por Mí lo mismo que tú.

Come hierba como el buey;

11
11. San Jerónimo cita este versículo en una carta a una noble dama romana, para explicarle la diferencia entre el mundo materialista y la vida espiritual. Dice el Doctor Máximo: “Tal vez me replicaréis que, siendo vos de noble alcurnia, criada en lujo, acostumbrada a dormir sobre colchones de plumas, no podréis absteneros del vino y de alimentos más regalados, ni, en una palabra, vivir conforme a estas leyes que estoy trazándoos. Muy bien, os contestaré aún más seco: ¡Vivid entonces según vuestra ley, ya que no podéis vivir según la ley de Dios! No os doy estos consejos porque Dios, Creador y Señor del universo, se deleite con el bramido de nuestras entrañas hambrientas y de nuestro vientre vacío, o con los ardores de nuestros pulmones fatigados, sino porque de otro modo no está salva la castidad” (A Eustoquia III, 11).
y ve que su fuerza está en sus lomos,

y su vigor en los músculos de su vientre.

12Endurece su cola como un cedro;

y los nervios de sus muslos

son como un solo tejido.

13Sus huesos son tubos de bronce,

sus costillas como planchas de hierro.

14
14. Le dio una espada: los colmillos. Otros expositores traducen: solamente Dios podrá herirlo con su espada.
Es la primera de las obras de Dios;

Él que lo hizo le dio una espada.

15Los montes le ofrecen alimento,

(alrededor de él) retozan

todas las bestias del campo.

16Duerme debajo de los lotes,

en la espesura de los juncos y pantanos.

17
17. Los lotos: planta acuática tropical, empleada como motivo en el arte egipcio. Vulgata: los sombríos, es decir, plantas sombrías.
Los lotos le cubren con su sombra,

y le rodean los sauces del río.

18Al desbordar el río no se amedrenta;

se queda tranquilo

aunque el Jordán le llegue a la garganta.

19Fascina la (presa) con los ojos,

y su nariz perfora las redes.

20
20. Leviatán: un monstruo acuático. Tal vez piensa el autor en el enorme cocodrilo, que existe aún y antes abundaba en los ríos africanos. También este, según los Santos Padres, es figura del diablo. Cf. 41, 24 s.; Salmo 103, 26; Isaías 27, 1 y notas.
¿Pescas tú con anzuelo a Leviatán,

y atas con una cuerda su lengua?

21
21. Meterle un junco: Así se hace también hoy con los peces, llevados al mercado. Un gancho, como se pone en las narices de los toros.
¿Le meterás un junco en la nariz,

le taladrarás con un gancho la quijada?

22¿Acaso te dirigirá muchas súplicas,

o te dirá palabras tiernas?

23¿Hará pacto contigo?

¿Lo tomarás por perpetuo esclavo?

24¿Juguetearás con él como con un pájaro?

¿Lo atarás para tus hijas?

25
25. El cocodrilo no es artículo de mercado, y no se come su carne. ¿Quién podría apresarlo?
¿Lo tomarán los amigos para comida?

¿Se lo repartirán entre sí los mercaderes?

26¿Horadarás su cuero con flechas,

y con el arpón su cabeza?

27Pon (una vez) en él tu mano;

y no olvidarás el combate;

no volverás a hacerlo.

28He aquí que la esperanza (de los cazadores) es vana;

su solo aspecto basta para echarlos por tierra.”
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